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El mundo me da pretextos, para volverme uno con el,
el éxito, el dinero, las reuniones estupidas de circo
,faramalla e hipocrecia, calculos, poderes, luchas.
El mundo reclama mi astuscia la mayor parte del tiempo,
calcular, cuidarte, seguir, lograr, ganar a toda costa
es una premisa aparentemente fuerte y obligatoria.
Sin embargo, tu me llevas en un segundo, a dejar de lado
las mascaras, los atuendos que cubren mi alma, para afrontar
los riesgos de la vida diaria. Me despojo de todo y solo soy...
un hombre.
Como hombre, solo puedo desearte, con lo apasionantemente
racional, que es el querer a alguien, sin tener una sola
razón, burlando las peores pruebas, las mejores conciencias,
los mas altos honores, supongo que simplemente te deseo y punto.
Ahora, como un hombre sin cadenas, sin temores, sin barreras
que quedaron en los calabozos, de nuestros aparentes imposibles.
Que rompimos sin mediar, que deseamos sin negociar y que quisimos
sin luchar, con gusto... con placer, visto a cada recuerdo tuyo
mi traje preferido... el de poeta.
Y como poeta puedo llevarte a fabulosos mundos, a paisajes inimaginables,
a pasiones sin tiempos, a lunas sin noches, a besos sin miedos,
pero a pesar del poder de mi pluma... tu, tu me llevas mas lejos.
Tan lejos me llevas, que olvido disfrazarme entre mis versos
como es mi costumbre hacerlo.
Tan lejos me llevas, que me pierdo en ti, y me olvido de mi deber
sagrado que es ante todo seguir escribiendo.
Me es tan fuerte plasmarte, como lo es el beber de golpe
un par de onzas de un buen tequila, solo que contigo
el calor, en vez de en mi garganta, lo saborea mi alma.
Muchos sonetos, podría escribir, elegantemente vestido
como lo estoy ahora, pero los mejores versos, no se escriben
con plumas, sino con labios y los mejores, mis mejores
pergaminos, son en los que escribo con murmullos, tan cerca
de ti, que el viento no se lleve mis apasionados trazos.
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