22 oct 2010

Soledades y Hambres compartidas




La soledad se paga a cada minuto, a cada instante,
la soledad quema el alma, la oxida, la corroe y al final la mata.
La soledad te hace pagar dos pesos, por algo que cuesta uno,
La soledad mata por dentro, ahoga pero no liquida.

Yo no creo en la ley de los doce abrazos
creer en ella, significaría aceptar una existencia patética, desdichada, inhumana,
porque aunque sabes que hay gente que te quiere, o que mientras tienes familia,
alguien daría la vida por ti, necesitar un abrazo y no tener a quien dárselo
es una tortura, que no deseo para mi peor enemigo.

Hoy para dormir solo tengo el calor de las lagrimas en mis mejillas,
y el abrazo de mi Dios invisible, hoy me pregunto de que sirve un diploma,
una ambición, un negocio, un lugar cómodo y definido, un estomago lleno,
cuando ahora desearía una sencilla hambre compartida.

Hace mucho aprendí a ponerme una armadura y a ser otro de los muchos quijotes,
que soñaban y que creían en el amor y en la brisa fresca del verano.
Hoy solo soy una criatura inerte encerrada en una armadura deshecha,
imponente por fuera, egoísta, banal y soberbio ,pero muerto por dentro.

Hoy quiero saber, ante quien puedo declararme en quiebra,
porque el déficit de abrazos en mi vida es insostenible,
los remedios llegan tarde y un abrazo tardío, solo hiere más.
Luché por ser un caudaloso río y lo logré, pero me morí de sed

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