13 may 2011

Misión (Parte 4)

El Padre visitaría cada pueblo a lo largo de la semana, por lo que, decidimos que yo me quedara toda la semana en El Tule, pueblo más lejano de todos y frontera de la Prelatura de El Salto, además de eso, el reducido número de integrantes en la fraternidad, que eran cinco sin mi, no tuve que pensar mucho para decidir que era lo mejor para todos.

Después de tantos intentos a lo largo de tres años de querer hablar con ella, no lo intentaría en la semana santa, pero tenía la esperanza de al menos tener un trato fraternal aunque fuera algo hipócrita, sabes lo que pienso de misiones, es una actividad por Dios, y por eso se tiene que hacer, querer unir a un pueblo estando divididos es incoherente e imposible.

Sabes, ni yo sabía que esa semana expiaría muchas de mis culpas.

Un viaje tranquilo, pasando los caminos a veces lento, a veces más rápido, en una recta perdí mi sombrero, afortunadamente atrás de nosotros iban 2 fraternidades y lo recuperaron, tiene valor sentimental, varios años ya de misiones y puede contar algunas historias. El Tule se encuentra a unas dos horas de San Diego de Alcalá, es un pueblo eminentemente ganadero, todas las familias tienen vacas, unos diez, otros veinte, algunos llegan a tener cien animales.

La cabecera municipal más cercana es Nuevo Ideal llamada antes estación Patos, mi madre me dice que mi bisabuelo fue de los primeros presidentes municipales y durante los años que mi abuela estuvo con vida, yo pasaba cada navidad ahí, todavía mi madre conserva una pequeña casa ahí, tristemente ahora la inseguridad está en el orden de lo escandaloso, es realmente una zona casi imposible de visitar. El Tule está a unas tres horas de Nuevo Ideal, por eso se ha mantenido alejado de hechos violentos por el momento.

Unas treinta y cinco casas mas o menos bien distribuidas, la planeación del pueblo al parecer partía de la época del Porfiriato, hace algunos ciento cincuenta años cuando los hacendados vieron en la región casi virgen un buen terreno para agostadero, muchos de los primeros habitantes eran originarios de Michoacán, fueron ellos los que exterminaron a un pequeño grupo de indígenas nativos, de los cuales no ha quedado mayor rastro que una cueva que en su interior alberga pinturas rupestres y un ojo de agua, investigando un poco di con el nombre de ese lugar, conocido como "la cueva de los monos", un viejo nos dijo que estaba a unas dos horas de caminata, algún día la visitaré te envío desde ahora la más cordial invitación.

La gente era un poco cerrada y aunque como tantos pueblos de nuestra sierra todos eran familiares, el pueblo se encontraba algo dividido, pequeñas diferencias que con el tiempo se hacen grandes, el robo de una vaca, el cerrar la tubería que conecta a la casa de un vecino para llenar más rápido los bebederos de los animales, entre tantas nimiedades que pueden dividir a un pueblo pequeño.

Desde el sábado que llegamos vimos una gran área de oportunidad para nuestra labor, eso comentamos nuestra primera tarde, mientras limpiábamos y desempacábamos la despensa y la siempre tarea de dividir nuestros espacios personales. Me encontraba con esa dulce expectativa, esos momentos que adoro donde los planes se construyen, donde los sueños se tejen y las ilusiones nacen.

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