Pensarás que soy un cínico y soberbio, la verdad es que si lo soy, pero aquí no se trata de eso, se trata de que el amor jamás debe de darnos vergüenza, en el camino aprendemos a manejar las circunstancias, cometemos errores, compramos sueños, reímos y lloramos, pero también crecemos y maduramos. Tengo argumentos razonables para casi todo, pero cuando alguien hace algo por amor, ninguno de esos conceptos cabe, el amor por si mismo se justifica en cada acción, cuando te enamoras sin querer aunque sea prohibido, cuando tienes que decir adiós porque la otra persona sin amarte no es capaz de soltarte, cuando te abandonan con argumentos sólidos que luego te permiten crecer, madurar casi hasta pudrirte, o cuando en la secrecía de una noche oscura, le confiesas tu amor a alguien que también te ama, pero que antes debe hacerte pagar lo que le hiciste con tu abandono.
El amor es así, sin reglas, por eso es humano y divino al mismo tiempo, por eso a veces escribo, a veces camino, a veces lloro, a veces busco solo desahogar los instintos practicando la seducción, queriendo con la pasión de un tiempo, con la necesidad de la idea, con el que sea el amor de mi vida por unas horas, sin empachos sin cosas prohibidas salvo un par, amando en soledad a quien no lo merece, luchando, siempre luchando.
Me alegra mucho, que estés de vuelta de tu viaje, esos lugares por donde andabas, son de sobra inseguros, menos mal que ibas acompañada por quienes amas, sin embargo hazme el favor de cuidarte, porque para contar ésta historia se necesitan dos y yo para definir si todavía me gustas ( porque últimamente he pensado que físicamente ya no) necesito esa mágica semana santa que arreglará todo.
Dios te Bendiga.
No hay comentarios:
Publicar un comentario