28 feb 2011

Ocupadamente tuyo

Le pedí al cielo un poco de distracción, de trabajo intenso. Desde hace pocos días se cumplió mi deseo, pensaba que además de distraerme de mis cuitas también conseguiría quitarme de los labios el sabor que tanto me dejas entre verso y verso. Con éxito voy logrando liberarme de viejas tristezas, con fracaso no he podido despegarte de mi pensamiento, mas aún a ratos me consume la ansiedad de tantos versos que salen solos y que no hay en ese momento posibilidad de escribirte.

En la catarsis de ti, que hace tanto decidí, no he logrado ni con el mas banal placer, ni con el más dedicado trabajo olvidarme un poco de tus ojos o de tus labios, esa ansiedad de curarme de ti o de enfermarme más me lleva cada vez a caminos más desolados y apesar de lo razonable que suelo ser, me vuelves inverosímil a mis propios deseos, porque quiero quererte más, pero también quisiera ser libre de tus versos.

Soy poeta y no me canso, aunque éste camino no ha sido del todo agradable para mi, sigo siendo preso tuyo, que quizá no huiría aún con la celda abierta de par en par. Dime Musa carcelera, si de otra manera puedo pagar una fianza o trabajos forzados por mi libertad de tus labios, que no me hablan y no me liberan, dime si soy el único preso de la pasión, dime si los versos solo son una alegre canción o una rosa para tu existencia, dame un pretexto de imperfección para correr, o átame más... No hagas caso a ninguno de los ruegos de éste condenado.

No hagas caso a éste travieso que ya casi completa la mejor de sus travesuras para decirte de otra nueva forma que te quiere con el alma, de ese loco que a veces se sorprende a sí mismo cuando descubre una nueva forma para besarte con palabras, para abrazarte con rimas, para amarte con párrafos, a veces vivos, a veces muertos pero siempre tuyos.

Con tantas tareas ahora te entiendo un poco más, porque ya me había olvidado de la prisa, del desvelo, de las cosas que no pueden esperar a mañana, porque mañana habrá más tareas, ya entiendo otro de tus imposibles. Pero no lo creo, hoy no lo creo, porque el amor lo vivo con la felicidad que siento al escribirte y que trato de darte cuando me lees tan apresuradamente.

El amor es regalarte lo mejor que tengo y lo mejor que soy, aunque te tenga lejos, aunque no te tenga mía, por eso no creo en el imposible tiempo, porque aunque entiendo que no puedo amarte con una cuantiosa cantidad de instantes, me concentro en sacarte una sonrisa con un te quiero, en regalarte los mejores segundos de tu día con una buena ocurrencia, en lograr un suspiro tuyo con una buena frase que llegue a tu corazón, en lograr que te veas tan hermosa mientras me odias unos segundos con alguna perversa frase, en lograr que sueñes un poco con tantas cosas que te dedico. En soñar con que sueñes un poco conmigo, como yo te sueño.


Y si amar no significa regalarte lo mejor que tengo, y si amar dependiera solo del humano tiempo, de la física distancia o de imposibles tan terrenos, no me apenaría opinar distinto, no me arrepentiría de no saber nada de amor, y lo que te he dado aún te lo regalaría.
Porque en el fondo de todas las quimeras, quiero pensar que tu, Musa mía, tienes una definición parecida y es menester de éste caballero andante luchar hasta el ultimo día aunque peleara una guerra perdida, cuando tu razón debraye, cuando tenga que ir a firmar con mi sangre todas mis declaración de amor, cuando tu te canses y vueles, ahí seguirán todas tus poesías.




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Aviso

El trabajo publicado está protegido por las leyes de derecho de autor