29 mar 2011

Viajes a medias.

Los amorosos buscan,
los amorosos son los que abandonan,
son los que cambian, los que olvidan.

Jaime Sabines.


- o -
Hace ya tanto, que el trabajo no me privaba de ahogar mi tiempo de enriquecer el alma, sin embargo hoy fue un día diferente, hoy salí algunas horas con rumbo a capital tan colonial, tan peligrosa se cree, tan bulliciosa y tan difícil que es manejar en ella. El vehículo del viaje era una camioneta de reciente modelo y aunque llevaba chofer, preferí también ser el piloto en dicha travesía.

El camino es quizá mi única motivación ahora, el saber que sin importar la soledad de los días laborales los sábados a mediodía un recorrido para Durango me espera, claro está para vivir allá la soledad de mis fines de semana, pero esa soledad se ahoga en el camino que me espera de regreso los domingos, poco antes de que caiga la noche, para pensar y soñar como el domingo pasado, para llegar escribiendo esos versos que no están aquí, porque no son para ti.

Mientras veía el paisaje llevaba una sonrisa bien dibujada en el rostro, mi acompañante un señor ya maduro creía quizá que era por el ligero toque de vulgaridad del programa de radio que sintonicé, pero era más bien, por las travesuras de las que me acordaba hoy que había hecho, unas de esas contigo, vaya pues que si la gente me conociera lo que tú, me trataría como un cínico.

Cuando manejo, me gusta mirar el horizonte, hasta donde alcance la vista, me gusta soñar con el futuro que conozco pero que aún no tengo, esa preciada manía que tengo de pensar en el texto número mil antes de empezar a escribir, en tejer con palabras e imágenes esos sueños, para una vez listos, sean el perfecto oxigeno, para el mundo frío y cruel, al que entiendo y domino, pero que no quiero.

Me gusta la pausa de un buen consejo, aprender a diario de todos y de quien sea necesario, para ser más sabio, el chofer casi iletrado me recomendó gasolina premium para mi auto y yo obedeceré su consejo, puesto que aún con ego, es de sabios, recurrir a hombres más sabios y tomar su consejo, ese que solo da la experiencia, la pasión y los años. Esa memoria que casi acaricia cuando despliega la verdad.

Al regresar recibí un piropo al que poco estoy acostumbrado, generalmente acarician con palabras a mi intelecto y no a mi cuerpo, menos mal, que ahora si fue una dama. Es tan cierta la frase que dice, que si le dices un piropo a una mujer le alegras el día y si se lo dices a un hombre, éste se lo cree. Pero te comento todo ésto no para ofrecerte nada que no te haya ofrecido antes, ni para presumir, simplemente decir que descarté esa oferta como ya otras veces la he descartado, no soy ni quiero ser un hombre común que devalúa su reputación conformándose con placeres mediocres, a mi ya pervertida vida, le excita más escribirte a ti, que acariciar damas tan abiertas.

Fue un viaje, alegre y lleno de camaradería, los tres lamentamos viajar acompañados y no subir a una tierna damisela que tendría veinte, casi veintiuno y que pedía aventón afuera del campus siglo XXI de la UAZ, ni modo, otro día que tuviera tiempo, me daré la vuelta a ese lugar, a esa hora, quizá corra con suerte otra vez, no lo se.

Fue un viaje bonito, pero a fue a medias, porque no fue contigo.

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