15 dic 2010

Preludio de Amor en un Mundo de Sueños....1/3

Te propondré con una mirada, extenderé la mano al vacío a unos palmos de la tuya, miraré al cielo, mientras espero que aceptes la invitación a bailar, a danzar en mi sueño.

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En un parpadeo aparecemos en un lugar que tu desconoces, en un lugar que yo visito seguido, cuando pienso demasiado en ti. El camino en un inicio es común, pareciera simple, pareciera un sendero más a recorrer, encierra como tú, tantas cosas, tantos paisajes y relieves que pocos saben reconocer como únicos.

Al entrar al pueblo, el camino de asfalto, se convierte en una combinación de piedra y adoquín su única avenida tiene de esos faroles forjados que nos heredó la Europa hace tiempo. Por el diminuto camellón hay flores rojas, a los lados flores de color morado uno de tus colores favoritos y el mío en éste momento.

Nunca había visto tantas flores en mi vida y ellas te miran extrañadas, porque seguramente nunca habían visto una criatura mas bella que ellas. Pero no te miran con envidia, te miran con la fascinación con la que yo siempre te miro, con ese deseo de conocer tu alma, de entender un poco tu excepcional belleza.

Seguimos avanzando y comienzan las casas a los dos lados del camino, en cada una un árbol de frutas la mayoría naranjas que se asoman sobre las bardas y portones. También algunas casas tienen limoneros y duraznos; esas frutas que me recuerdan en éstas épocas, a la dama hija del otoño, casi del invierno, que llevo de la mano.

En cada casa, los adornos tienen motivos indígenas, la herrería de los barandales y puertas tiene motivos, que nos regresan a otros tiempos. Avanzamos tomados de la mano, sin mirarnos, sin hablarnos, los dos vivimos un sueño que fácilmente podría romper una palabra, llegamos a un pequeño parque, un parque especial.

En el suelo y con deliberadas formas, está estampada la figura de Quetzalcóatl allí solo se puede mirar desde afuera, no hay entrada, es un adorno y otra de las joyas de ese pueblo, cuando lo miro recuerdo tu belleza, la que yo he admirado y que el mundo no conoce, la que hace latir fuerte mi corazón, la que me hace cerrar los ojos y soñar a diario.

En el pueblo reina el silencio y la quietud, a nuestros pasos no topamos a nadie y a lo lejos solo se ven dos mujeres caminando por la calzada, calladas, tranquilas. Yo te llevo a seguir nuestro viaje, con ese silencio, con ese murmullo apenas audible del viento, te llevo, porque creo que sueño. Te tomo la mano, porque aún hay tanto que mostrar.

Caminamos y el camino se divide con un pequeño monumento con forma de pirámide precolombina, tomamos el camino de la derecha y nos topamos un pequeño altar a la Virgen, la Madre del pueblo, una modesta foto y un par de ramos la adornan, nos santiguamos y nos detenemos un segundo, un instante y seguimos.

A cada paso se mira una flor diferente, adornando una banqueta o el patio de una casa, el adoquín y la piedra, nos guían sobre la calle, nos topamos al museo, un pequeño edificio de una planta y dos habitaciones, es un museo especial e interesante como lo eres tu, todas las piezas que se exhiben han sido donadas al paso de las décadas, por gente del pueblo. Es un sitio tan simple, pero con tanta riqueza, me recuerda a tu cultura y a tu inteligencia.

Seguimos rumbo al centro del pueblo, primero subimos una pequeña plaza pasamos el edificio un poco mas grande que alberga a la presidencia municipal y vemos uno de los pocos vehículos que hay en la comunidad, subimos a la derecha a una plaza, a una plancha chica de cantera, donde las tardes los jóvenes y niños juegan, frente a nosotros están los dos templos del pueblo, ambos muy diferentes.

Ese pueblo fue una encomienda indígena, pero un lugar muy especial, ya que los dueños mantuvieron una relación de respeto con la población, porque adoptaron sin reniego la fe católica, se erigieron dos templos, uno para los ricos y otro para los pobres, los dos con más de quinientos años de existencia.

Entramos al templo mas ostentoso, hay muy pocas bancas y a los lados pinturas de siglos ya pasados, unas pocas imágenes de santos y al centro un crucifijo, siempre que voy en ese templo hay gente orando, es el único templo que se utiliza actualmente y está bien cuidado.

Luego vamos al templo de los pobres, nunca he entrado, pero se mira humilde y descuidado, solo un crucifijo de metal lo identifica en la puerta, te miro hermosa y pienso que quizá como era la fe en esos tiempos, lo es el amor en los actuales. Unos los ricos, que te disfrutan con la cotidianidad de sus días, de sus horas y segundos y a que a veces no te valoran o no te respetan; Otro es el pobre, que te ha visto quizá 16 horas en los últimos tres años y que te quiere con el alma y la inteligencia de alguien que te mira con los ojos del corazón.

Me miras un poco extrañada, porque no sabes lo que pienso, de esas pocas veces que no me descifras, que no me lees como la palma de tu mano; te preguntas que pienso. Pienso en mi anhelo de tenerte a mi lado, pienso en ofertar por ti mi vida, pienso en tu felicidad antes que en la mía. Porque te quiero como eres, no te quiero efímera ni deshonesta, pero en el punto mas alto de mi locura si te lo propondría.

Es tanto lo que siento, es tanta la sed que me domina a veces que me siento herido por mi malintención, por mi ego, que a veces desea satisfacerse a toda costa, o por mi razón que me asegura que te llevaría a donde te han llevado nunca, a pesar de los imposibles humanos...

Y me detengo y te miro hermosa, con una sonrisa. Te miro y recuerdo, que tu luchas una peor guerra que la mía, pero que estás allí sonriendo plena, yo te abrazo y me recuerdo a mi mismo, que lo único que deseo, es que tu seas la mujer mas feliz, como mereces ser. Sea yo o no lo sea, parte de tu cuadro...

Sigo soñando asustado de tanta realidad y nunca dejo escapar uno solo de mis pensamientos, te abrazo y te llevo así, porque un abrazo fuerte y la caricia de un te quiero, son mi manera de decirte siempre, que aunque el mundo estuviera mal, mis brazos y me pecho, son el hogar tibio a la distancia de una sola llamada.

Por fin te llevo a la plaza, nos sentamos en una banca, escuchamos las aves cantar alegremente, la vista se nos llena de colores, nos miramos de frente, tan plenos después de tanto evitarnos, me pierdo en tu hermosura no se cuanto tiempo... Un gorrión que salta me baja de la utopía, y lentamente nos acercamos, nos respiramos a un tiempo, te tomo de la nuca, frenando la intensidad del sediento, para acariciarte en ese movimiento, siento tu suave mano en mi mejilla, cerramos los ojos y nos perdemos en el mejor de todos los besos.

...

...

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Pasa un tiempo, de pliegues y silencios, de pausas y momentos, pasa un mareo en nuestros cuerpos, pasan las estrellas a nuestros lados con celestiales movimientos, pasan las nubes de terciopelo, los unicornios de los cuentos, pasa un tiempo, que yo habría querido eterno.

Lo mejor es que entre mi sueño... no despierto...

Te abrazo y te reclino a mi pecho, me acerco y comienzo a cantarte una canción despacio, una canción que solo tu y yo disfrutemos, te susurro mil y un cosas que te sonrojan un poco y tu me detienes con juegos. Te señalo luego algo en el firmamento y mientras buscas y buscas, te robo un sorpresivo beso, de esos que el corazón me dice que son tus preferidos....

Te miro... Te siento... Te extraño... Te quiero... y no despierto....


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El lugar de éste preludio existe, como la esencia de éste sueño, como tu y yo... que ya nos queremos.









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