Aprovecho ésta alucinación de optimismo para escribirte, porque como dice una canción que creo conoces, debemos contar nuestras alegrías al mundo y las tristezas a nosotros mismos. Que es la vida sin esos momentos en los que uno sonríe con credibilidad, donde no importa más que el mirar un bonito paisaje un atardecer tan pleno tan simple, la sonrisa de un niño inocente, de esos placeres donde te recuerdo sin mencionarme tu nombre, sin nada por lo que debiera recordarte y sin embargo te recuerdo.
Enamorarse es algo casi mágico en mi persona, que entre las sombras que dibujan ciertas estructuras veo una silueta de mujer, miro las flores, los colores, cosas que normalmente no aprecio de la estética de éste mundo, normalmente solo veo la funcionalidad de las cosas, las estructura su función y si la cumplen como debe ser, soy preso de la ingeniería salvo cuando abro ésta ventana suspiro [todos me ven raro] y me pongo a escribir de colores, texturas, olores y sueños que me hablan al oído de amor, del que creo, fomento y lucho para que el mundo conozca o pueda volver a aprender.
Sueña Musa y que éste idilio de amor, que a mi me da tantas cosas, te sirva de algo a ti también , te sirva hoy y siempre, te sirva sin mañana, sin destino, sin juegos, sin falsos escrutinios a tu vida, sin pretensiones confusas ni juicios, propongo lo mismo, pero hoy, en lugar de repetir tantas y tantas frases algo groseras, solo te regalo la mejor rosa, la que no puedo comprar en ninguna florería cara, la mejor de todas mis orquídeas, mi vida, mi pasión y mis sueños, expresados en tan solo un verso, te quiero.
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