4 ene 2011

Utopias I

Es ya una rutina despertar con tu nombre en mis labios, con tu imagen en mi mente, con mis sentidos un poco alterados, ni las endorfinas me liberan y me dejan descansar de ti, eres la cosquilla que sienten mis labios y la mujer que deseo tener entre mis brazos, ese calor medio insoportable que me acompaña, la luna de mi noche que observo por la ventana, la que me ilumina en la oscuridad.

Soñé que te llevaba a uno de esos paisajes que compartimos hace varios años, siempre había soñado una cabaña en la sierra, para escribir mis libros, que mejor sería si llevo conmigo a quien pudiera inspirarlos, sería completo, un tocadiscos o cualquier cosa que reproduzca nuestra música, la chimenea para adornar el calor que despidieran nuestras almas, un bonito paisaje quizá un río o una cascada para cuando queramos admirar la eternidad, ese olor a madera combinado con tu delicioso aroma, tus libros y los míos, tus sueños y los míos a un lugar donde podamos escapar siempre, supongo que mi definición de cielo, se parece mucho a éste párrafo.

Y llevarte a caminar por las laderas escribiéndote en cada árbol el verso de un gran poema, como si ese bosque pudiera representar con su inmensidad lo que siento por ti, que me vence a ratos y me hace bajar la guardia, aun con mi armadura y mi espada, contra ti, no puedo resistirme creo que eso es el amor, dejar el ego y los prejuicios y los imposibles, y atrevernos a volar juntos.

Y de noche abrazarte y recostarte en el piso, para que juntos contáramos las estrellas y nos besáramos hasta el amanecer, sin mañana, sin cadenas, con la libertad de un beso, y en todo yo no esperaría de ti una sola palabra, tu te expresas de otras maneras, pero que yo leo y entiendo y son mejores que todos mis poemas y que los mejores discursos, con tus ojos, con tus labios y tus manos, expresas tanto, y yo tendría las respuestas a mis versos y a mis caricias tiernas, mirándote obsequiándote lo más hermoso, mi vida y mi silencio.

Y escapar a ese paraíso cada fin de semana, lejos de tus vivos o de mis maquinas, lejos del mundo que no nos entiende y al que tu y yo comprendemos por necesidad y vivimos bajo sus reglas, más por obligación que por gusto. Y regresar con una sonrisa dibujada en el rostro, que nos dure para enfrentar la cotidiana rutina y nos permita ansiar nuestra cabaña, nuestro bosque, nuestros versos y nuestras estrellas.




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